Así, tenemos el escudo flanqueado por dos leones como soportes y sobre este, el balcón, que si bien se trata de un balcón poco funcional, confiere gran efecto al edificio. A los lados, pilastras jónicas dobles y sobre ellas un alquitrabe decorado con líneas oblicuas, un friso sin decoración, y una cornisa moldurada soportada por cinco ménsulas. El conjunto se remata con un frontón que se dobla para adaptarse a la esquina, decorado por un busto de mujer en el centro y una serie de urnas y dragones rodean el frontón.
No hay duda de que esta obra, que podría compararse con los balcones en esquina de León o Extremadura, destaca por su estructura, la riqueza de sus elementos decorativos y por la habilidad de su autor, que deforma ménsulas, pilastras y flameros para crear un juego de perspectiva mayor que el que nos ofrece la realidad y lograr un mayor impacto en el espectador al ser vista la obra en perspectiva desde el suelo. Según las últimas investigaciones cabe atribuir su autoría al maestro Pedro de Ibarra.